Dania Ferreo
Cruzaron a escondidas la cerca de la facultad. Caminaron en silencio. Él iba delante. Ella iba detrás. Entraron a un cuarto de alquiler. Era la primera vez que estaba a solas en una habitación con un chico.
_ ¿Te bañas tú primero o me baño yo? Le dijo él.
¿Bañarse? ¿Para qué? Si ya se había bañado en la tarde… Pero entró en el baño sin decir lo que había pensado. Se miró desnuda en el espejo. Tenía casi 21 años. Era probablemente la única chica virgen de su facultad, de su provincia, de su municipio, de su pueblo… y quizás hasta de su país. Ya había oído cientos de veces las historias de sus amigas... La mayoría lo habían hecho presionadas casi siempre por sus novios de entonces o por los anteriores... Ella no había tenido novio y las posibilidades de conseguir uno, cada día las veía más imposibles. No tenía que preguntarse por qué, lo sabía, ¡Sufría por eso!
Era en ese entonces casi una enana, con aparatos en los dientes, muy flaca, sin senos, sin piernas, sin glúteos llamativos... ¿Quién iba a aparecer con propuestas reales? ¿Quién se iba a interesar verdaderamente? ¿Chachi, el loco de su pueblo?... El que se paseaba desnudo por las calles delante de todos con su miembro erecto y vociferando: “ven, voy a amarte y que ‘prendan, prendan el mechón y que prendan, prendan el mechón’”... Cuando Chachi la veía a ella, bajaba la cabeza avergonzado, se tapaba con las manos sus partes privadas, miraba hacia otra dirección y cruzada de senda en silencio...
Esa noche cuando ella lo vio, le dijo a su amiga:
_ ¡Dile que quiero quedarme esta noche con él!
Su amiga fue y se lo susurró al oído. Él no estudiaba allí, solo se estaba quedando por unos días en el cuarto de unos amigos, conversaba con ellos en voz alta, vestía uniforme de camuflaje y era el chico más lindo que había visto en toda su vida.
Ella no estaba muy lejos; así que pudo leerle los labios cuando él dijo:
_ ¿Está loca? Está malísima esa flaca, ¡no me gusta! La noche es joven y tiene mejores propuestas Si al final de la noche no cuadro nada, entonces le hago el favor.
La noche transcurrió entre canciones de Marco Antonio Solís y miradas. Ella lo miró toda la noche a él y él miró a todas menos a ella… Al finalizar la noche él se le acercó a ella y le dijo:
_ ¡Recoge tus cosas que nos vamos! Al fin conocía su voz.
_ Está bien, ahora regreso.
_ Ven acá, ¡Dame un beso! Ella cerró los ojos y se acercó con suavidad. Él la besó de prisa, con los labios secos, sin ganas.
Subió indecisa. Puso en una mochila ropa interior, un cepillo de dientes, un piyama para dormir y los únicos 60 pesos que tenía para pasar el resto de la semana. Bajó las escaleras pensando que estaba a punto de cometer la más loca y atrevida aventura de su vida… y se sintió feliz por eso... Ahora estaba allí, debajo de una ducha por su propia voluntad. El agua estaba caliente, pero ella la sentía helada. Tenía miedo, las piernas le temblaban.
Salió envuelta en una toalla. Lo vio tirado en el suelo, haciendo ejercicios. Observó su cuerpo (¡era perfecto!) y entonces se sintió menos culpable por estar allí. Cuando él salio del baño, ella aún estaba sentada en la cama con la toalla mojada cubriendo su cuerpo.
Él se sentó en la cama junto a ella y le dijo:
_ Yo me llamo Miguel García Morenoy, soy de San Cristóbal, ¿y tú?
_ Yo me llamo Mailet, y soy de Consolación del Sur.
_ ¿Tienes preservativos?
_ ¡No!
_ ¡Menos mal que yo traje! Y… ¿con cuántos hombres has estado?
_ ¿Yo? Preguntó alarmada.
_ Si, ¿Con cuántos?
_ Con nadie, esta es mi primera vez.
_ ¿No me vas a decir que tú eres virgen? ¿Cómo vas a estar conmigo, muñequita linda? Si tú ni me conoces, tú no sabes de dónde yo salí… ni si tengo una enfermedad… Yo no merezco tu virginidad, es un regalo demasiado lindo…
¿O su suerte era muy mala o era él el único hombre que no trata de aprovecharse de una chica desnuda? ¿Alguien que no pedía pruebas de amor, ni pretendía envolver con dulces palabras de amor?
_¡Quiero que seas tú… yo te elegí a ti! Dijo con firmeza.
Él tocó su pelo, dijo algunas palabras y comenzó a besarla, esta vez, de un modo distinto… Eran besos húmedos, la abrazaba con ternura, y la miraba como si no se fuera a ir ya nunca más de su vida…
No fue toda la magia soñada; pero ver su cara, la distraía un poco… Él se quedó dormido abrazándola, ella se quedó toda la noche contemplándolo, sintiéndose mujer.
Al día siguiente él preguntó:
_ Entonces, ¿somos novios? ¿Quieres que vaya a tu casa?
_ ¡No! Esto fue una vez y nunca más. Respondió ella.
Salieron de regreso a la facultad.
- Me tengo que ir para San Cristóbal, ¿me acompañas hasta la terminal de ómnibus?
_ Si claro, yo voy contigo.
Fueron tomados de las manos. No importaba ya si lo volvería o no a ver… Su primera vez había sido para ella hermosa, rara, quizas distinta al resto de las historias de sus amigas; pero fue a su manera...con el chico que ella eligió y de la forma que siempre soñó... en una cama y entre besos románticos e intensos como los que había visto en las películas.
Mailet sabía que moriría recordando ese rostro y que cargaría con aquella noche por el resto de su vida ya, para siempre, amarrada a sus memorias...