Esteban Domínguez
Rambla de Castro: antes más bella y ahora casi abandonada
Hay importantes crónicas de muchos viajeros que visitaron Rambla de Castro cuando aquel paraje natural era un verdadero tesoro. Todo aquel que pasaba por este lugar, se detenía para contemplar unas de las estampas más maravillosas de nuestra Isla de Tenerife y en concreto del municipio de Los Realejos.
Hoy no podemos decir lo mismo que aquellos viajeros opinaban sobre este que lo fue, un bello paraíso.
En un viejo programa de las fiestas del Carmen, encontramos un comentario de uno de los muchos visitantes que por allí pararon.
Y aunque la hojita suelta que llega a mis manos no tiene firma no se nos escapar que el visitante supo muy bien definir a este paraje, y que dice así:
“La rambla de Castro en un barranco, hondo y agreste, formado por una hendedura tan profunda, que la carretera que lo atraviesa se ve obligada a hacer un largo recodo para salvar su depresión.
Más en este lugar, la gran abundancia de agua ha hecho sin duda, de éste, el sitio más frondoso, más fértil y más rico de la Isla entera.
No hay entre la Orotava e Icod un rincón más admirable y más frondoso que éste: Los viajeros que pasan por allí, forzosamente, han de detenerse a contemplarlo desde el balcón natural que forma la misma carretera, y de donde se domina el mar ampliamente.
Sin embargo, desde esta altura no es posible imaginar que abajo exista un verdadero paraíso terrenal. Un espacio cortado casi a pico lo separa de la carretera. El espectáculo es verdaderamente maravilloso.
Abajo los manantiales de agua fresca, que brota por todas partes entre los peñascos, permiten regar con facilidad las maravillosas plantaciones de plátanos, a la vez que una variada vegetación se desarrolla de una forma prodigiosa, y las largas hojas de las esbeltas palmeras recortan sus fantásticas siluetas sobre el claro fondo del mar”.
El comentario traducido del francés sigue, pero las siguientes líneas no están en mi poder. Lamento no seguir relatando este interesante trabajo que uno de los tantos visitantes escribieron ante la estampa alegre de un rincón incomparable como lo fue Rambla de Casto.
Han pasado muchos años desde que Rambla de Castro era el lugar que aquellos ilustres viajeros supieron describirlo con total acierto el encanto de este lugar realejero, pro hoy la cosa ha cambiando: A Rambla de Castro sólo le queda el nombre y los muchos piropos de tanta gente que en pasados siglos, la visitaron.
Ver ahora a Rambla de Castro y leer detenidamente los comentarios favorables de su encanto y gran belleza que pisaron muchos viajeros, nos llevaríamos una sorpresa nada agradable, porque lo que allí vemos, nos rompe el corazón ante tanto abandono.
Yo no sé quién tiene que poner remedio a este lugar, pero si leemos los muchos comentarios de tantos ilustres visitantes que en épocas pasadas visitaban este que fue un fantástico Oasis. Alguien debe de tener la llave que abra de una vez y para siempre la puerta de aquel paraíso, hoy convertido en una total y ridícula desidia.
Invitamos a nuestras autoridades de alto mando, a visitar Rambla de Castro. Seguramente nos dirán que estamos en crisis. La palabra más utilizada últimamente como excusa, y que antes de que la frase del momento siga aumentando, será la toalla con que se sequen las manos todos aquellos a los que Rambla de Castro poco o nada les ha importado.