¿Y el futuro de los partidos políticos en Puerto de la Cruz?
Los partidos políticos están “condenados” a renovarse. Regenerarse. Desintoxicarse. Todos los partidos. A no ser que el liderazgo en ellos se convierta en un nauseabundo, atrofiado y enfermizo caudillismo. ¿Es así?
Hay partidos pequeños, insignificantes en la esfera local que tienen los días contados. Nacen y son flor de un día. Obtienen el triunfo en unas elecciones y, luego, igual que llegaron, desaparecen del mapa y terminan siendo condenados al ostracismo.
Pero a veces esas pequeñas formaciones consiguen asentarse. Ganan en musculatura y se convierten en herramientas imprescindibles en el quehacer político de la ciudad.
¡Y claro que hablo de Puerto de la Cruz!
Cuando digo renovación pienso en esos partidos tradicionales que hoy ocupan el poder y mañana retornan a la oposición. Partidos políticos que han llegado a gobernar con sucesivas mayorías absolutas, y otros partidos que han pactado o han participado en mociones de censura para alcanzar el poder local. ¡A cualquier precio!
El PSOE no tiene liderazgo en el presente. Está sumido en la oposición. Los jóvenes que hoy dirigen el partido tienen un trabajo por delante realmente duro. El socialismo portuense se la juega en 2015. Puede agravar todavía más su situación actual. El PSOE, si se muestra incapaz de consolidar la paz a la sede local, puede terminar convirtiéndose en un partido residual en Puerto de la Cruz.
El Partido Popular es otro partido que nunca, digo bien, nunca, ha dejado de estar atrapado en una eterna tormenta. Que hoy se encuentre formando parte del gobierno local no implica que en el PP las cosas estén tranquilas. Es menester que ese partido decida de una vez por todas por un liderazgo joven, formado, dialogante, centrado, capaz de moverse por la ciudad sin la angustiosa sensación de no pertenecer a ella. Tiene que saber enterrar para siempre los viejos demonios. El PP está llamado a grandes cosas, pero puede yacer a la intemperie, mordido otra vez por el fracaso electoral y mendigando entrar en un gobierno cualquiera.
Coalición Canaria no asume que el futuro pasa por la renovación. Sin el liderazgo presente, el partido nacionalista está condenado a sufrir el descalabro electoral. Si la persona que hoy atesora la confianza de buena parte del electorado nacionalista en Puerto de la Cruz diera un paso atrás, ese mismo partido sufriría la hecatombe en las urnas. ¿Por dónde pasa el cambio? Yo no lo veo. No está en el Gobierno, aunque muchos se empeñen en poner nombre y apellido a esa persona.
El cambio en Coalición Canaria no está ubicado en un despacho, no hace cuentas, no se pasea por los pasillos del consistorio, ni siquiera saborea el beneplácito de los militantes o simpatizantes. He ahí el más grave y corrosivo problema que tiene Coalición Canaria en la ciudad turística. Un liderazgo para el día de hoy, pero que en el mañana se convierte en vacío, en puro artificio, en la constatación de que no siempre el recambio pasa por la vera del poderoso. A veces el futuro depende de hacer limpia. A veces el futuro no está en el despacho de al lado.